domingo, 5 de abril de 2015

"Almanegra… Almallena…mi Almarrota…"

“Somos uno en realidad, y compartimos el alma”.

Aitor despierta después de una gran borrachera, producto del dolor más grande de su vida: Emanuela lo ha dejado…su Jasy lo ha abandonado. ¿Cómo hará para seguir viviendo sin su Manú que lo amaba y admiraba como nadie más lo había hecho? ¿Cómo hacer para despertar cada día y seguir sin ella a su lado?

Dolido hasta casi desfallecer, avergonzado, pero también enojado con ella por haberlo abandonado sin dejarle explicar las cosas, sin permitirle pedirle perdón de rodillas, hace un juramento: “¡Te encontraré Emanuela!, ¡Te juro por lo más sagrado que tengo, que es tu amor, que te encontraré!”
Y así, toma una decisión a pesar de ese sufrimiento que lo lacera. Pedirá perdón a su pa’i Ursus, y trabajará en la Misión como hachero y aserrador. No se alejará de San Ignacio Miní. Hará las cosas bien hechas. Con la única idea en mente, de recabar cualquier noticia, cualquier  información que le indique donde se encuentra su Emanuela. Corta su larga cabellera que ella tanto amaba, y hace la promesa, que no la dejará crecer nuevamente, hasta estar una vez más con su Jasy.

Al mismo tiempo, ella viaja junto a Lope y Ginebra hacia Buenos Aires, hacia una nueva vida de la que tiene miedo, porque él, su Aitor, no estará junto a ella por primera vez desde que nació. Se siente sola, indefensa. Por más buenos tratos y buen recibimiento, los Urízar y Vega  no son su familia. Solamente en Romelia, su esclava, siente ese apoyo, ese cariño sincero, esa confianza como si fuera su madre. Y a ella se entrega y confía el padecer que embarga su corazón…

Hernando de Calatrava reaparece en escena, al recobrar su libertad e ir en busca de su esposa Nicolasa y de su hija Ginebra. Amaral y Medeiros lo recibe en su hogar como a un amigo, y le ofrece el trabajo de administrador de Orembae… pero todo se va al traste cuando descubre que su mujer y Vespaciano son amantes, por lo tanto dejan el refugio que para ellos representaba ese lugar, y se van a iniciar una nueva vida. Sólo Ginebra permanece en la hacienda.

La espera de reencontrarse crece entre Emanuela y Aitor… los días se convierten en semanas, que se transforman en meses, y se vuelven años… Casi tres años separados físicamente, pero siempre cerca en su pensar y en su sentir. Manú lo siente, lo respira, lo anhela. Su Aitor es su inspiración diaria. Es él en quien piensa para que su don sanador acuda a sus manos y poder ayudar a la gente. Una única carta recibida de su parte. Una carta que se sabe de memoria y muere con ella cada vez que se permite leerla. Una carta que le da esperanza.

Mientras tanto el Tratado de Permuta tiene a los jesuitas y a sus guaraníes con el alma en vilo. Ese tratado firmado entre Fernando VI de España y Juan V de Portugal, demarcaría nuevos límites en varios de los pueblos jesuitas que quedaban en el margen izquierdo del Río Uruguay y pasarían a manos portuguesas. Por lo cual, los guaraníes estaban dispuestos a defenderse a capa y espada para evitar caer en esas manos, que tenían la posibilidad de esclavizar a los indígenas.

Una invitación de Lope. Una corrida de toros que asquea y martiriza a Emanuela, haciéndola cometer un gran error, pues a la vista de todos en la plaza, expone su don para curar a “Almanegra” el toro que estaba siendo sometido por Leónidas Cabrera “El Cordobés”. Una admiración general. Un regalo especial del gobernador. Almanegra dejará de llamarse así, para ser José Moro por decisión de Manú. Y la Santa Inquisición, que parecía dormida y ajena, despierta y prende luces de alerta en torno a Emanuela Ñeenguirú.

De pronto, una noticia cambia las cosas. Una luz de esperanza brillando en el camino de Aitor, que deja todo, y ruega silencio ante su viaje. Sin dudarlo pide ayuda su padre, y Vespaciano se la otorga sin tardanza, sin pedir explicaciones, porque a pesar de todo es su hijo, lo ama y es su orgullo… Y Lope escucha…Y sabe entonces que Aitor es su medio hermano.

Vacaciones en Buenos Aires, todos viajan a la casa de San isidro, menos don Mikel que seguía mal de su pierna y Manú que se queda a cuidarlo, junto a Romelia y Justicia, sus esclavos… Un día cualquiera, una salida al mercado…Un silbido especial que identificaría entre miles y le hiela la sangre. Un susurro con voz desfallecida. Un hombre de ojos dorados frente a ella, quien se arrodilla y se abraza a su cuerpo, suplicando perdón y misericordia… Y el mundo de Emanuela se tambalea. Recobra la calidez y el color que se habían perdido en su vida. A pesar de que el dolor sigue presente, es más su felicidad, su emoción, su amor por su Aitor… Él cumplió la promesa hecha años atrás…siempre regresaría a ella. Ahí lo tenía de nuevo, a su lado. Fuerte, hermoso, con su cabello más corto que nunca. Con sus ojos dorados de luisón, con su entrecejo fruncido, con su amor hacia ella y su miedo de no recibir su clemencia.

El río, la cercanía, la noche, hace que se sinceren, que sus almas hablen. Él se explica, ella reclama y pregunta. Él pide perdón de nuevo, ella le dice finalmente: “Siempre me has tenido, Tu Jasy es tuya y de nadie más “.

Y el amor los rebasa, la pasión se desata, el deseo los sobrepasa. Han esperado demasiado. Han sufrido tanto, que no pueden, ni desean esperar más. Embriagados de un amor como pocos, se entregan uno en brazos del otro. Aitor como siempre, como su protector y maestro, enseñándole el arte del amor, del ardor, de la entrega sin fin. La lleva a escalar el límite de todos los sentidos, y él lo remonta a su lado. No tienen colme, con nada se sacian, se aman una y otra vez, felices, ansiosos, desesperados por tenerse nuevamente. La confianza renace en Manú a pesar de las dudas. Se entrega sin restricción a Aitor, no sólo regalándole su cuerpo, sino nuevamente su alma. Lo entiende como nadie, a sus miedos, sus temores tan profundos y arraigados...y así lo acepta.

Aitor empieza a trabajar junto a su amigo Conan en casa de don Mikel y con don Edilson, el tío de Lope, en su negocio de contrabando, que aunque era ilegal era la manera para hacerse de dinero y tener a Manú como reina, su máximo deseo. Se cambia de identidad, no quiere que su pa’i sepa dónde se encuentra. Toma su segundo nombre y le agrega como apellido “Almanegra”, que siente que lo identifica a la perfección.

El arrebato los llena, los colma, no se pueden detener. No pueden quitarse las manos de encima. No desean dejar de amarse en cuanto se les presenta esa oportunidad. Deben dejar la casa antes que la familia regrese de sus vacaciones.

Libertad muere, el caburé que había estado con Jasy por tantos años, muere, y para Emanuela eso es un presagio de mala suerte, tiene la certeza que algo malo acontecerá y les cambiará la vida.

Y tanta pasión trae las consecuencias lógicas. Su amor se ve bendecido, su amor ha echado raíces y crecen en Manú. La felicidad los llena plenamente, pero tienen que acelerar las cosas… más las cosas se aceleran antes y los toma desprevenidos.
Regresan Lope, Titus de Alarcón, el doctor Murguía, don Alonso… Un descubrimiento que saca lo peor de Alarcón.  Un Lope dolido y molesto porque Manú ha vuelto con su hermano, le revela una verdad que mata en vida a Emanuela. No lo cree, no quiere creerlo. Confronta a Aitor, y éste le confirma lo dicho por Lope… Se siente traicionada nuevamente. Una vez más le mintió, una vez más le ha roto el alma. No volverá a perdonarlo, no lo quiere ver nunca más.

Se desatan las desgracias.
Un desembarco de mercancía ilegal es descubierto por los blandengues, alguien los delató. Una muerte, un encarcelamiento. Una Ederra como loca al descubrir el pecado de Emanuela. Un plan de casamiento adelantado. Una huida en la que ayuda un amigo. Un escape en la toma parte encubierta Titus de Alarcón y los amigos blandengues de Aitor. Una carta donde se explica todo, pero que nunca llega a su destino. Dos esclavos fieles, vendidos por un odio irracional. Un Almanegra que se da cuenta que nuevamente lo han abandonado, que nuevamente está solo, aunque tiene la certeza de dónde se encontrará esta vez el amor de su vida. No entiende el por qué Emanuela lo ha dejado. Él también se siente nuevamente traicionado. Para él no importa lo que los curas lo obligaron a hacer. Para él no existe más ley que la suya, ni Tupá tiene derecho en eso, porque para él, Olivia es menos que nada… Vuelve al principio de todo. No la tiene, está solo. Tendrá que labrar un futuro para poder ofrecérselo. Tiene el mapa de la mina de estaño que don Edilson le dejó. Tendrá que volver a aprender a vivir por un tiempo sin su Emanuela… que viaja en ese momento junto a Lope a Orembae. Estará junto al padre de Aitor,y eso la llena de felicidad a pesar de su dolor, lo tratará de ayudar en el  problema de salud que lo tiene postrado en una cama.

Hernando es más importante de lo que se ha vislumbrado. Tiene un peso grande… Él necesita una esclava que ayude a Nicolasa, y  compra una… una mujer llamada Romelia…


Unas palabras resuenan… una palabras que no fueron leídas…  “En mi corazón, siempre serás solo tú “.

¡¡ Ay mi querida Flor Bonelli !! Me llenas el alma, me pones al límite de mis sentidos, despiertas mi pasión al máximo, y luego me dejas caer en un abismo... ¡Eres única!... Amo "Almanegra"... como te dije, Aitor me afecta de una manera en particular ...fuertemente, por su personalidad oscura, sus pasiones sin límite, su pasado limitante, sus temores arraigados... pero no se puede dejar de amarlo...
Ansiosa de tener la culminación de esta trilogía en mis manos... pero más ansiosa de conocerte en Buenos Aires, y poderte dar el abrazo que guardo para ti con todo mi corazón. Como siempre te digo... Flor Bonelli... ¡¡ Gracias por existir !! ♥♥♥



1 comentario:

  1. Querida Cristy, ¡qué alegría me dio leer tu reseña! Y qué alegría me dio saber que disfrutaste de mi Almanegra. Sí, Aitor es intenso, el más intenso y oscuro de mis personajes. Emanuela es tal vez la más luminosa. Su amor es, por ende, pasional y arrollador.
    Espero que la tercera parte, la más intensa en mi opinión, te llegue al alma y te la repare.
    GRACIAS por tu cariño y por amar a mis "hijos".
    Será una alegría darte un abrazo en Buenos Aires.
    Saludos a todas las chicas del blog.
    Beso enorme para vos.
    Flor Bonelli.

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