"De pronto, um negro torbellino comenzó a girar ante sus ojos, un frío terrible paralizó sus rodillas y tuvo que agarrarse a toda prisa del pasamanos para no caer de bruces".
"El miedo había actuado sobre su vida como un ácido corrosivo, descomponiéndola, disgregando sus elementos".
"El miedo es peor que el castigo, porque éste es algo determinado y, por severo que sea, no se puede comparar con el temor que despierta en nosotros lo incierto, una tensión espantosa que no conoce límite".
"¡Qué alegría no volver a sentirse perseguida, poder descansar, descansar hasta el infinito, no volver a sentir el martillo del miedo sobre el corazón!"
El deseo por lo prohibido, una pasión desatada, y el peligro que conlleva el verse descubierta, hacen que una mujer transforme su ser y su sentir en un miedo atroz. Un miedo profundo a ser sorprendida, a enfrentarse ante su mundo al desnudo, y a perder todo lo que posee y la hace ser.
El sentimiento de culpa, y el temor a enfrentarse a la verdad, da paso al arrepentimiento y la hace vulnerable a todo.
La narrativa de Zweig, una vez más, me sorprende, atrapa y envuelve.
De manera sencilla, fluída y con una claridad impresionante, nos introduce en una historia del cual su tema, la infidelidad, se ha escrito en innumerables ocasiones. Pero la manera en que él la borda, nos lleva a vivir esa angustia, temor, desasosiego y ansiedad en primera persona, y nos vemos sumidos, al igual que la protagonista, en un entorno de suspenso que quita el aliento. De manera in crescendo nos sumergiremos en esta breve historia que se lee de una sentada.
Una historia escrita en 1920, que nos hace constatar una vez más, lo adelantado a su tiempo que fue el gran Stefan Zweig.
¡Muuuuy buena! Como todo lo leído, hasta la fecha, de este grandioso escritor.
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