“Se amaron sin secretos, por adentro de
sus cuerpos y por afuera de sus emociones más sensuales. Se acariciaron los miedos hasta hacerlos
desaparecer y se prometieron que siempre estarían unidos por la
verdad.”
Relatos
que parecen aislados. Diferentes personajes. Distintos escenarios. Diversas
fechas, hacen creer que no hay una conexión posible, pero la hay.
¿Cuántas
veces no hemos deseado en la vida, tener un amuleto que nos salve de la
soledad, del mal, del miedo, del fracaso, del hastío?
Lara
Assai y Calixto Perseo también lo habían deseado durante toda su vida, después
de una serie de infortunios que se habían ido suscitando con el paso de los
años.
Chocaron
con su carácter. Sacaron lo peor de cada uno frente al otro. Pero al final del
día se hallaban pensándose más de lo deseado, y sin entender las razones. “Era evidente que el amor no entendía de
razones”.
Con
el correr de los días, ambos se dan cuenta de su sentir, de su desear, de su
querer. Entienden finalmente que uno es del otro, y que ambos son ese amuleto
que tanto habían deseado tener en su vida.
Pero
una serie de infortunios, de un pasado asfixiante, de un crimen que señala, de
dudas, de celos, de miedos, de venganzas, de enfermedades, de un viaje e
imposiciones, de un tango bailado con esa sensualidad que exuda el baile mismo, un beso inadecuado… hacen terminar
ese amor entre el caer de la lluvia en Buenos Aires.
Entrelazando
la novela, otras historias de vida: Valnea, una amiga maravillosa, más que una
hermana, quien por cumplir a la perfección su trabajo, pone a prueba esa amistad
inquebrantable.
Un
padre y sobre todo amigo, Francisco, que luchando pospone su partida junto a su
Helena, para no causarle más dolor y pesar a su Lara querida.
Un
alpinista, atractivo y seductor, Elíseo Dumas, quien se enamora hasta el alma,
y por tanto amor verdadero, hace un acto impensable, convirtiéndose así en un
coprotagonista favorito de entre tantos.
Elaine,
amiga, nana, madre, artífice de un momento, que conlleva el peso de la
historia.
Casandra,
emergiendo de la oscuridad y de la muerte. Llegando al lugar preciso, con las
personas idóneas, en el momento clave de la historia.
Enrique,
con un pasado tormentoso, quien se deja llevar por él, y sigue el mismo juego
macabro que lo marcó.
Ciro,
un sacerdote mezquino, sin vocación, sin decencia. Quien parece repetir parámetros aprendidos en su niñez... pero las cosas pueden cambiar de un momento a otro.
Y
una canción… ¡¡ La canción !!: Somewhere only we know de Keane, que
se vuelve el himno de la historia.
Una
pluma que cautiva la de Laura G. Miranda. Quien
entrelaza años, fechas, personas, momentos, situaciones que crean una bellísima
historia de amor con todo lo que sobrelleva.
Un lenguaje exquisito el que utiliza para el desarrollo de la historia y los diálogos de sus personajes. Una atmósfera que se respira, que se siente, que se anhela.
Sentimientos a flor de piel: Amor que hace permear el alma, dolor que traspasa el corazón, emoción que hace gritar de júbilo.
Una escritora argentina más, que se gana mi corazón y admiración.
¡¡ Gracias Laura por regalarnos tu Amuleto !!. ¡ Gracias por permitirnos vivirlo !.
Y sí, definitivamente tiene que ser el mate el que las hace escribir así...