¡Nunca olvidaré ese viaje! Me la pasé pegada a la ventana y México se me metió en el alma. El verde intenso de los campos, el colorido de las flores, las montañas y los rebaños como pecas del paisaje me transportaron a mi amada Irlanda. ¡Sentí que por fin había regresado a casa!
De todo me enamoré: de las chocitas, de las iglesias, de las marchantes a lo largo del camino, ofreciendo fruta exótica que nunca había visto. ¡México era un paraíso! Lo mejor era la gente. Eran sonrientes y amables, no parecía que estuvieran enfrentando tiempos tan duros. Resolví aprender su idioma cuanto antes. Había tanto que quería aprender de ellos".
De todo me enamoré: de las chocitas, de las iglesias, de las marchantes a lo largo del camino, ofreciendo fruta exótica que nunca había visto. ¡México era un paraíso! Lo mejor era la gente. Eran sonrientes y amables, no parecía que estuvieran enfrentando tiempos tan duros. Resolví aprender su idioma cuanto antes. Había tanto que quería aprender de ellos".
Dos épocas diferentes. Dos momentos históricos e importantes en la historia de México: La intervención estadounidense desde 1838 y la Revolución Mexicana por 1920. Una misma ciudad: Oaxaca, una familia protagonista, los García Allende. Y una hacienda, sí, la casa de los secretos. Esos secretos que ocultos,van cobrando vida y saliendo a la luz para finalmente entender muchas cosas y situaciones que se desconocían.
Historias separadas por casi 100 años, y aún así, llega un momento en que ambas convergen, por medio de los recuerdos de sor Cienne, una adorable monjita irlandesa, que es la médula para ir desenterrando los secretos que habitan en la casa de la Familia García Allende, y quien llegó de repente a sus vidas, de mano del férreo y entrañable Gabino.
Historia llena de tradiciones, del folclore mexicano de antaño, de creencias y supersticiones. De leyendas que se creían como si fueran verdad absoluta. Un libro que intrínsecamente está lleno de colorido, de sabores y de olores.
Historias de vida que se cuelan hasta la médula. Amores que traspasan los convencionalismos, en una Oaxaca tan "castradoramente" devota. Amores que pudieron ser y no fueron. Amores truncados por ser "religiosamente" imposibles.
Marañas que traspasan los años, y que de la manera más sencilla, se empiezan a desenredar para conocerse una verdad dormida por casi 100 años.
Personajes entrañables, reales, verdaderos. De ayer, de hoy y de siempre. Esos hombres fuertes que arriesgándolo todo, decidieron tomar las armas por defender a su país y las creencias que ellos sentían eran la verdad. Mujeres enteras, que sin poder ir a pelear a los frentes de batalla, se quedaron en sus hogares librando las luchas diarias por conseguir sustento, por hacer rendir el poco dinero, por cocinar y mantener viva la llama de la familia. Respetando, venerando y siguiendo con los ritos de las fiestas, de comidas, de bebidas... sobre todo en una ciudad como Oaxaca, que es tan llena de tradiciones ancestrales.
Nombres que se quedarán guardados en el corazón: Gabino, sor Cienne, Patricia... protagonistas del ayer y del hoy... Zynaya, don José, doña Catalina, Ramón, Dolores, Luchita, Lencho, Amalia y Hortencia, un soporte de peso en papeles secundarios...y el sonido de una flauta que permanece constante en los oídos, por la importancia íntima que tiene en la trama...
Ha sido un verdadero placer descubrir a esta escritora mexicana, del puerto hermoso de Veracruz: María de Lourdes Victoria, a quien de corazón le agradezco haberme llevado por este recorrido en la historia de México, en el sur de mi país, y en una historia de amor y desamor, de esas que hacen "lagrimear" el alma.
Lo recomiendo hoy y siempre... De esos libros entrañables que se quedan en el corazón.