Renzo Benítez no ha podido superar el trágico accidente donde perdió a uno de sus más grandes amores. Se culpa por ello, y desea "castigarse" para así sentirse exonerado... aunque no sea culpable de nada.
Aldana Vega rompe su compromiso de boda, y al mismo tiempo trunca con todo lo que se esperaba de ella, como siempre. Pone distancia con su familia y se va a vivir a Mar del Plata a trabajar como Doctora, y a buscar en su soledad la voz de su alma y de "sus" deseos, sin tener que cumplir con mandatos establecidos y códigos arraigados de cómo ser y hacer lo que es correcto.
Trabajando en el hospital conoce, en momentos diferentes a dos hombres que la sensibilizan de distinta manera. Un doctor encantador, Germán, que a su vez está enamorado de Marina, y Renzo, un hombre sencillo y bueno, que la hará sentir y vibrar como nadie... aunque arrastre un error de su pasado.
Entrelazándose otras historias con la de ellos, aparecerán Agustina, Santiago, Eugenia, Marcos, Ramiro, Mariano, Andrea, Paula, Nora, Víctor, Tomás y Trinidad.
Una novela coral donde cada personaje tiene su historia, su pasado, sus secretos, sus miedos, su dolor... y deben superar cualquier escollo que se les presente para poder vivir la vida que tienen por delante.
La magia de esta historia, es que son personajes comunes, como uno mismo, como la vecina de al lado, el compañero del trabajo o sencillamente nuestra madre o alguna tía. Trabajan, tienen hambre, lloran, se desesperan, sufren, mienten, tienen dolores de cabeza... ¡Y aman! Sí, aman con todo su corazón y sus sentidos. Y es ese amor, al final de cuentas, el que dá color y sentido a todo lo que les sucede.
Y el mar... el mar aparece en tantas escenas, que sin duda alguna es un personaje más. El mar que abruma con su inmensidad. Que es calmo y es fiero. Que da solaz, y enfurece. Que trae sorpresas, y también se cobra vidas. El mar como remanso, con poderío, con fuerza y tranquilidad.
Es una historia que cimbra desde el mismo prólogo, con unos cuestionamientos que ahí se nos plantean.
La vida está llena de claroscuros. No todo es bueno o malo, hay una gama muy intensa de grises que nos circundan. Ni todos los mandatos que dicta "la sociedad" son correctos. No todos deben elegir o gustar de lo mismo. Ni todos los caminos sirven para que todos transiten por ahí. Hay mujeres que no ven el matrimonio y la maternidad como una opción. Hay hombres que no desean estudiar, o no quieren ser lo que su padre ha sido.
No toda la gente que ha cometido un "grave error" son malas personas.
Y esta novela nos habla intensamente de ésto. De ser lo que uno desea, de amar a quien uno escoja. De equivocarse y volver a empezar. De perdonar al otro para vaciar el alma, y perdonarse a uno mismo para continuar por la vida con más bríos.
Nos enfrenta con la realidad de saber aprovechar los momentos que la vida nos brinda, porque no sabemos si tendremos una nueva oportunidad o despertemos a otro mañana.
"Aceptar el desafío de honrar la vida".
Como siempre, Laura G. Miranda, nos lleva de la mano por una historia profunda. Con personajes que parecen ajenos entre sí, pero que de una u otra manera, se entrelazan con los demás. Con sentimientos y sensaciones que nos mueven y conmueven, y nos hacen preguntarnos mil cuestiones, buscando la respuesta en lo más profundo de nuestro ser.
Con su pluma poética, con miles de frases para marcar, releer y atesorar.