"El día en que dejemos de preocuparnos o de mostrar humanidad será el día en que nos rindamos. Así que no se preocupe si tiene ganas de llorar. Puede que no lo vea, pero es posible que se haya esforzado demasiado en ser valiente. No tenga reparos en hablarlo con sus amigos. No es antipatriótico contarle sus penas a una amiga íntima, y puede que descubran que pueden ayudarse la una a la otra".
Corriendo el año de 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, y en un Londres muy dañado por lo bombardeos nazis de manera inmisericorde, Emmeline Lake, Emmy, brinda sus servicios como operadora telefónica de los Bomberos auxiliares, y trabaja como secretaria en un despacho de abogados. Un día glorioso para ella, descubre un anuncio para trabajar en el "London Evening Chronicle", y sus sueños de ser corresponsal de guerra vuelven de nueva cuenta a hacerle latir el corazón. Su querida amiga Bunty la anima a seguir lo que tanto anhela su alma.
Cuando quiere darse cuenta, trabaja en "La amiga de la mujer", revista,- que no pasaba por sus mejores momentos-, dedicada -especialmente- a las mujeres, donde es la mecanógrafa de los artículos que saldrán editados en los próximos números, bajo el mando de su jefa, la estricta Henrietta Bird.
Bajo un riguroso esquema de selección, Emmy deberá escoger las cartas de las lectoras a las que la señora Bird, sí podrá responder sin ningún problema... pero, es que había tantas mujeres necesitadas de que alguien las leyera, las escuchara y les dieran una solución o una palabra de aliento, que Emmy sufre por cada una de las no contestadas, y quiere encontrar un camino para que muchas más tengan una respuesta. Y es que en una carta, puede existir tal riqueza, o ayuda salvadora, sin siquiera darnos cuenta.
Por otra parte, y a pesar de la guerra, la gente tenía que seguir viviendo. Levantarse cada mañana, arreglarse, y poner su mejor sonrisa para de esta manera, hacer más llevadera la vida en tiempos de caos. Mientras los hombres eran llamados a combatir al frente, las mujeres debían seguir trabajando y haciéndose cargo de sus hogares y sus hijos. Un trabajo muchas veces no reconocido, pero de vital importancia para no perder el eje y tener un para qué a tantos cuestionamientos.
De manera sencilla y simpática se reconoce la importancia invaluable de la amistad. Esa amistad de años, de siempre. De los buenos y malos momentos que a veces acontecen. La amistad de risas, pero también de llantos. De sueños y miles de frustraciones. De enojos y de perdones. De libertad y complicidad. Pero también abraza a las nuevas amistades, esas que por el trabajo surgen de pronto, y hacen bien, mucho bien.
Una historia sencilla pero profunda, que teniendo como fondo a un Londres destruído por los ataques nazis, nos hace ver la valentía y entereza de todas esas personas que en lugar de rendirse y sufrir por la destrucción y las pérdidas constantes, se entregaban diariamente a sus trabajos, -poniéndoles un extra de pasión-, y a sus servicios voluntarios hacia La Patria, desde la trinchera elegida por cada uno.
Con momentos dramáticos que hacen que los ojos se llenen de lágrimas y más de un sollozo se escape de nuestro pecho.
Y con personajes secundarios ricos en matices, entrañables y totalmente "queribles". Imposible no adorar al señor Collins o a Bill. A Charles, Kathleen o Thelma, o sentir esa animadversión hacia la parca, exigente y poco amigable de Henrietta.
Emmy y Bunty nos manifiestan con hechos a lo largo de la historia, el poder maravilloso y sanador de la amistad.
Primer libro de la escritora A.J. Pearce, que de manera sencilla y fácil, nos lleva a vivir una hermosa historia de esas que rápidamente se te instalan en el corazón.
¡Lo recomiendo mucho!