"Cuarenta
y nueve días después todo se reducía a una delgada línea llamada ahora. No
importaba nada más que lo que ocurría en el instante, porque todo podía cambiar
en cualquier momento".
Tras la muerte de su madre, Gabrielle debe regresar a Candelada, su pueblo natal. No sólo ha perdido a quien le diera la vida, sino a su mejor amiga y confidente.
Allí
se reencontrará con su padre, con quien los silencios se habían impuesto años
atrás, y con el cual no sabe estar, ni hablar, ni sentir.
El
dolor es tan fuerte, y las palabras no dichas por tanto tiempo hacen que sea prácticamente
imposible que padre e hija estén juntos, ni siquiera para lo esencial.
Lo
que desconocen es que Greta dejará 3 cartas, una de ellas, con las
indicaciones a seguir para cumplir su última voluntad: las 3 personas más
importantes de su vida - Félix, Gabrielle y su cuñada Sole-,
deberán esparcir sus cenizas en aquel lugar elegido, donde juntos hayan sido
felices.
¿Cómo
caminar juntos y compartir 49 días de íntima cercanía, cuando no saben
ni mantenerse la mirada, ni hablar sin gritar o criticar? Pero ante la
importancia de cumplir con la última voluntad de Greta, los personajes van
creando una atmósfera íntima que penetra en la piel del lector, y se empezarán
a conocer en el “ahora” y ese rompecabezas que estaba incompleto,
empieza a tomar forma y razón de ser.
Es
una historia tan bonita. Una novela intimista, triste por momentos, cargada de
sentimientos y con grandes reflexiones sobre la vida, la muerte, la amistad, el
amor, la familia, el perdón, las segundas oportunidades y el valor de seguir
viviendo, aunque el alma sufra y opine lo contrario.
Una
historia sencilla, una historia de vida que cualquiera podría vivir. No hay
malos, ni villanos, sólo gente normal, común y corriente, con aciertos y
errores.
Es
una novela que nos permitirá adentrarnos en la historia de una familia rota por
el dolor, con secretos que pesan como un lastre, con palabras no pronunciadas
que se atoran en el corazón, con malos entendidos jamás explicados, con miedos,
y con miradas no encontradas en los ojos del otro.
Contada
a detalle, de manera casi cinematográfica. Nos adentraremos en ese “su mundo”,
y viviremos junto a Gabrielle, Félix y Sole, lo que una pérdida y secretos descubiertos
pueden desencadenar.
Con
riquísimos personajes secundarios que son el soporte ideal para los
principales, aunque también con un bagaje a cuestas que los oprime y limita.
Es
un libro que conmueve, que toca el alma. Por momentos emociona hasta las
lágrimas. Una historia que al terminar te deja una sensación de plenitud y
regocijo.
Primera
vez que leo a Sandra Barneda, y seguramente no será la última, pues me
ha gustado muchísimo su estilo, su cadencia al narrar y su forma tan detallada
de contar una historia tan, pero tan bonita.
¡Me
gustó muchísimo y la recomiendo ampliamente!