"-Mirá vos, la genética- dice Lucas por fin. Cosa de mandinga, dirían los gauchos."
"-Nunca lo pensé así. Ahora es la primera vez que lo pienso. Pero si no fuera por esa caminata vos no habrías nacido."
"No le tengo que buscar ninguna solución porque está bien así. Sofía está bien. Estoy feliz por Sofía. Feliz con Sofía. Ya sé que no es algo que pensáramos. Ya sé que es mi hija y no nuestra hija. Aunque todo eso es relativo."
"Pero tengo toda la vida para intentarlo."
Una historia sencilla, simple... pero hermosa.
Muy fácil de leer, con una narrativa que fluye, sin pretensiones, como una caricia al alma.
Un evento triste, cambiará el presente y el futuro de dos personas que no se conocían.
Un vínculo entre padre e hija que nace poco a poco.
Empezar a relacionarse, a conocerse, a convivir, a soltar miedos y compartir alegrías, momentos, pensamientos, recuerdos, deseos, sueños.
Una trama común, pero profunda. Creíble, cotidiana, real.
Alegre, pero que hace emocionar hasta las lágrimas, y que logra que el corazón se quede contento.
El escritor nos brinda la entrañable historia de Lucas y Sofía.
Dos soledades que se abrazan para pasar del silencio, a compartirlo todo. De la oscuridad a la luz, de la tristeza a la alegría, del miedo a la esperanza.
De lo que he leído de Sacheri, me gusta muchísimo cómo destaca su argentinidad con lugares, hechos, costumbres, comidas... esta historia no es la excepción.
Como plus personal, gracias a este libro, salí de un bache lector de dos meses. Finalmente volví a la concentración que se requiere para leer un libro... y volvió la emoción, el anhelo, y el placer por la lectura que había perdido.
Así que... ¡Gracias, Eduardo Sacheri!
Ser feliz, también era esto, volver a la lectura de tu mano.