"Envejecer es aprender a perder".
Michka Seld ha trabajado toda la vida con las palabras... y ahora, tiene miedo de perderlas, de que se vayan, de que nunca las recuerde.
Pero mientras aún las recuerda, quiere agradecer. Agradecer lo que hicieron por ella, agradecer con el alma, desde el fondo del corazón.
Michka es adorable, y aún en el dramatismo que está viviendo, nos arranca sonrisas involuntarias, pero verdaderas.
Delphine de Vigan creó una historia pequeña en extensión, pero con una valía importante y un contenido riquísimo. Insuperable en su argumento, y en la manera en que nos hace sentir, pensar, vivir a través de Michka.
Nos hace ver la importancia de dar sin esperar recibir. y de cómo dando en calidad, recibimos de la misma manera, a pesar de no esperarlo.
Experimentar que nada puedes hacer con el paso del tiempo y la acumulación de años a cuestas, las enfermedades, el temor a que desaparezcan las palabras cuando han sido tu arma, la NECESIDAD de agradecer en vida y no dar por sentado que el otro conoce tu sentir, la importancia y valía de la amistad.
"¿Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces en la vida habéis dado realmente las gracias? Unas gracias sinceras. La expresión de vuestra gratitud, de vuestro agradecimiento, de vuestra deuda".
Con dos narradores, Marie y Jéròme, que aman a Michka y desean ayudarla, acompañarla, escucharla, y hacerle fácil esa etapa de su vida.
Bella, intensa, conmovedora y aleccionadora de principio a fin.
¡La recomiendo totalmente! Seguro que también la amarán.