lunes, 21 de junio de 2021

"Y líbranos del mal"... Amén.

 

“Había crecido en un hogar lleno de silencios, donde las cosas se decían –o más bien, se ocultaban- con guiños, cejas fruncidas, gestos de las manos. Estaba entrenado para reconocer a la gente que calla. Para percibir sus miradas huidizas y los agujeros negros en sus historias”.


Su existencia era prácticamente perfecta, en Brooklyn, junto a sus padres y próximo a ingresar a la universidad. Jimmy Verástegui, así lo creía.

Cuando su abuela paterna enferma, él viaja a Lima para cuidarla.

A raíz de ese viaje a Perú es que todos los secretos y fantasmas de su padre, salen de los cajones donde se les había escondido. Y es que cuando la vida se ha basado en secretos, en callar, en ocultar cosas… la verdad tiende a salir, tarde o temprano, como cuando quitas la costra de una herida infectada y el pus lo invade todo.

Un tema tan escabroso, y actual, del que no se gusta hablar, pero se conoce e incluso se opina por lo bajo. Del que quisiéramos que todo lo que se cuenta fuera mentira, porque la verdad duele, molesta y ofende. Porque lastima el abuso cuando has depositado tanta confianza en alguien o en algo, porque enferma que se aprovechen de la vulnerabilidad de unos cuantos y porque nos demuestra que el fanatismo, de cualquier tipo, religioso en este caso, nunca terminará en algo bueno. Porque corromper a un menor es pecado. Tan pecado como saberlo y callarlo para evitar las miradas, los murmullos, las sombras que se ciernen sobre las víctimas y sus familias.

Sin el morbo que pudiera encontrarse en una trama así, con diálogos inteligentes y fluidos, y con un ritmo que se acelera conforma avanza la narración, Santiago Roncagliolo nos presenta una historia muy dura pero de manera respetuosa, presentándonos una serie de temas muy actuales en que está inmersa, no sólo la sociedad limeña, sino todas las sociedades de Latinoamérica: abuso de poder, pederastia, clasismo y racismo dentro de las mismas poblaciones en las cuales nos desarrollamos. Y habla del silencio, de ese silencio que se impone sin palabras, pero que grita desgarrado desde lo más hondo del alma tratando que alguien lo escuche.

Es la primera vez que leo a Roncagliolo, y estoy segura que no será la última. Me gustó mucho su estilo de narración, y la fluidez con que avanza la historia.  

Un tema polémico, controversial, pero del que se debe conocer y hablar.



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