"Como siempre, yo me quedé viendo todo lo que sucedía con cara inexpresiva".
"El diagnóstico de los médicos fue alexitimia, que es la incapacidad para expresar los sentimientos".
"Eres el monstruito más hermoso del mundo. ¡Eso eres tú!"
"El olor de los libros usados me parecía familiar y me sentí como en casa desde el primer día".
Una historia agridulce que emociona, que hace pensar y reflexionar, que motiva a la empatía, a la amistad, al amor, a la comprensión, al perdón y a la solidaridad.
Situada en Corea del Sur donde Yunjae, el protagonista, un chico de 16 años, no puede identificar ni mostrar emociones, por lo tanto, no encaja en la sociedad.
Contado desde su voz, hallaremos una narración plana y falta de profundidad, por su misma condición, pero aún así seremos capaces de empatizar con él, podremos ver más allá de lo que nos muestra, y que encontraremos sencillo de interpretar.
Pero, tanto en Corea como en cualquier país occidental, la estigmatización social se repite día con día. Si no eres igual o semejante a la mayoría... eres raro, no encajas, no eres normal.
La autora nos sumerge también en el mundo del primer amor y de la amistad, especialmente, con Goni, la contraparte de Yunjae, problemático y falto de educación, pero con quien surge una extraña sinergia.
Con capítulos cortos y un lenguaje sencillo, la historia atrapa y conmueve. Y más allá de ser una historia juvenil, siento que no tiene edad, ni género, pero sí creo que es muy recomendable que todos/as la lean, la comprendan y apliquen sus enseñanzas.
La pluma de Won-Pyung Sohn, es simple pero profunda. No necesita de florituras. Su sencillez es la que nos llega al corazón.