"No he sabido velar por él. No he conseguido enseñarle lo que mi padre me enseñó a mí. Ni siquiera he sabido transmitirle lo que un padre debe transmitir a un hijo."
"Ya se sabe lo que representa una luz en la oscuridad, o en la ventisca, cuando estás perdido. Debe de ser algo así como un faro en la tempestad para un marino."
"No sé qué lo entristece más, no saber dónde está el crío o sentirse tan impotente."
"A veces el lastre de los secretos pesa tanto que ni siquiera sabemos ya cómo quitárnoslo de encima salvo desapareciendo con ellos."
El frío intenso, en medio de una tormenta de nieve en Alaska, y la desaparición de un niño, son el eje central sobre el que parte esta historia.
Con la premura en la búsqueda, por el temor de no encontrarlo en esa blancura helada infinita, la desesperación de los cuatro personajes de esta novela, se empieza a manifestar internamente, en sus corazones y su memoria, recordando y revelando el pasado vivido, que en muchos casos no ha sido el más halagüeño, ni el mejor, hasta aterrizar en un presente en el que las circunstancias han hecho que sus senderos se crucen.
Cuatro personas, una novela coral, en donde cada uno, en su interior, rememorará esos momentos, situaciones, pérdidas y duelos, guerra y violencia. En la soledad de la búsqueda del niño, conoceremos sus historias, secretos y casualidades.
Y es así como vamos comprendiendo las motivaciones personales que los han llevado a establecerse en ese paraje alejado, en medio de ninguna parte.
Una novela corta, de Marie Vingtras. Ágil, con capítulos cortos, y una trama que no da cabida al tedio.
La ventisca helada del exterior, quizá sea menos desoladora que la que anida cada uno en su interior.
¡Muy buena!