"Desde el marco de la puerta, ella repitió sus palabras. No me siento bien".
"Sí, ella había pedido ayuda. Porque ese día era extraño, ese día todo era distinto".
"Desde el marco de la puerta, ella repitió sus palabras. No me siento bien".
"Sí, ella había pedido ayuda. Porque ese día era extraño, ese día todo era distinto".
"Yo creo que en el miedo a locura también está la inseguridad en la propia cordura".
"Pero la vida es el desorden puro, el caos más insensato".
"Una de las cosas buenas que fui descubriendo con los años es que ser raro no es nada raro, contra lo que la palabra parece indicar. De hecho, lo verdaderamente raro es ser normal".
"Somos todos novelistas, escritores de un único libro, el de nuestra existencia".
"Hemos vivido juntos durante casi medio siglo sin crisis conyugales ni familiares. Hemos compartido la alegría de educar a los hijos..."
"-Para mí es amar y ser amado. Si nos casamos, quiero que nos amemos toda la vida".
"Ahora que está enferma, me corresponde cuidar de ella. Suceda lo que suceda, siempre será mi mujer. Debo protegerla".
"En cambio, la vida del campesino es más segura: modesta, pero larga; nunca seremos ricos, pero siempre tendremos qué comer".
"¡La única pena es que disponemos de poca tierra! ¡Si tuviera toda la que quisiera, no tendría miedo de nadie, ni siquiera del diablo!"
"Al principio, mientras se ocupaba de la construcción de la casa y de todos los preparativos, estaba muy contento; pero una vez que se acostumbró, también esa tierra le pareció poca".
Una brevísima historia. Una parábola moderna que gira en torno a la ambición desmedida del hombre, que proviene de una envidia insana de todo aquel amigo o vecino a quien la prosperidad haya tocado a su puerta.
Pajom, el protagonista de esta narración, cae en bucle de codicia, donde conseguir más y más tierra será el único objetivo para lograr la felicidad. Y aún consiguiendo su anhelo, la felicidad que logra es efímera, por lo que con nada estará satisfecho.
No encontrar el límite en ese afán de poseer, y tener todo lo soñado, puede dejarnos sin nada y sin nadie, y hasta podemos perdernos a nosotros mismos.
Una historia escrita en 1886, por el gran novelista ruso, Lev Tolstói (León, en español), y que pese a la cantidad de años transcurridos desde ese momento, sigue vigente, porque la avaricia, la ambición y la envidia, son intrínsecos al ser humano.
Se lee en pocos minutos, pero deja mucho para pensar y analizar.