"Lo más importante de la vida es aprender a dar amor y a dejarlo entrar."
"Es horrible ver que mi cuerpo se va consumiendo lentamente hasta quedar en nada. Pero también es maravilloso por todo el tiempo de que dispongo para despedirme. No todos tienen tanta suerte- añadió con una sonrisa."
"La verdad, Mitch- me dijo-, es que cuando aprendes a morir, aprendes a vivir."
"Dedícate a amar a los demás, dedícate a la comunidad que te rodea y dedícate a crear algo que te aporte un destino y un sentido."
"Mientras podamos amarnos los unos a los otros y recordar el sentimiento de amor que hemos tenido, podemos morirnos sin marcharnos del todo nunca."
Una novela corta, y muy fácil de leer.
Basada en hechos reales. Un libro inspirador, lleno de sentido y humanidad.
Un alumno, y Morrie, su profesor, se reencuentran 16 años despúes de que Mitch se graduara, gracias a una entrevista televisada sobre su "viejo profesor" que sufre de ELA (Esclerosis lateral amiotrófica), pero que continúa con su pasión y amor por vivir la vida, a pesar que no tiene cura.
A partir de ahí, cada martes se reúnen para hablar de la vida, la muerte, la enfermedad, la familia, el arrepentimiento, de las emociones, del amor, el perdón, así como de anécdotas, experiencias y moralejas. Así, martes tras martes, Mitch Albom recibe las últimas clases con Morrie Schwartz, su viejo y querido profesor.
Y más que una historia sobre la muerte, es una apología sobre la vida, y cómo vivirla para que tenga sentido.
Te emocionas, reflexionas, rememoras, lloras y sonríes.
Profundo, desgarrador por momentos, pero lleno de amor y ternura.
Agradezco profundamente a la vida por haberme topado con este libro, y haber empezado mi año lector con él. Después de dos años muy difíciles, en lo personal, esta historia le dio paz a mi corazón.
Dense la oportunidad de leerlo, no se van a arrepentir.
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