"Con aquel viaje me había hecho completamente suya. A partir de ahora, si quería romperme el
corazón, tomarme el pelo, vapulearme delante de todas sus amigas modelos y
reírse de mí...estaba perdida. Creería todo lo que me prometiese.
Pero...habíamos prometido no prometer".
Una
vida descarriada y con excesos, es lo que hace que Magdalena o Maggie, huya a
una isla, donde es dueña de una casa de huéspedes, donde también vive.
En la
Isla, su corazón y su vida van sanando de a poco. Desecha todo aquello superfluo,
banal, intrascendente, y se dedica al trabajo, a lo sencillo, a lo natural. Ni
siquiera usa zapatos en su diario vivir. Está en contacto con la naturaleza, y
eso le da esa paz, ese alivio que había perdido en la vorágine de la gran
ciudad. Atiende a sus huéspedes, cuando los tiene, cocina para ellos, limpia la
casa, y su única distracción, es compartir tardes de costura con su amiga,
Mercedes...la señora Mercedes.
Alejandro
llega a la Isla a descansar, a alejarse de "su"
mundo del cual también está hastiado. Necesita desconectar y reposar. Su
profesión lo hace vivir con mucho estrés, con mucha presión. Aunado a una
fallida relación amorosa, le acaba por minar el ánimo y la energía.
Alejandro
llega a trastocar la vida de Maggie. Él es el hombre perfecto. Alto, guapo, piernas eternamente largas, anchas
espaldas, sonrisa de revista, mirada penetrante, y para completar la
perfección, es un hombre bueno, trabajador, buen hijo, sin vicios… y la
atracción entre ellos estalla, llenándolo todo de una pasión efervescente que
los llena por completo.
Pero
nada es tan ideal como parece a simple vista. Él tiene que volver a su mundo, a
su trabajo. Y ella, debe quedarse en su isla. Tienen miles de planes para hacer
que sus mundos coincidan, que entre viajes puedan verse, que haya un espacio en
que los dos puedan volver a juntarse, y lograr hacer que su vida en pareja sea
una realidad.
Su
relación dista de ser perfecta. Ambos con carácter fuerte, no temen decirse lo
que sienten y piensan. Pero el amor les llegó para cambiarlos, para darse el
uno al otro e intentarlo de verdad.
Y
cuando todo indica que su amor será miel sobre hojuelas. Que un hombre como Alejandro,
puede sanar el alma dolorida por un pasado tormentoso como la de Maggie… todo
se trastorna, yéndose en una picada sin fondo alguno.
¿Logrará
el amor vencer cualquier dificultad por más aterradora y cruel que se presente?
"-Si no me voy me
matas Magdalena.- Cerró los ojos y contuvo el aliento.
-Si te vas me muero. Te lo juro. Me muero..."
-Si te vas me muero. Te lo juro. Me muero..."
Y es que Elisabet Benavent tiene la facultad de hacernos
vivir cada libro, a flor de piel. Y nos hace permutar de la carcajada más
sonora que sale desde el fondo del corazón, al dolor y al llanto más
desgarrador desde la profundidad del alma.
Nos hace subir hasta la estratósfera ilusionados con su historia romántica- erótica, y desde ahí nos suelta sin paracaídas para darnos un golpazo y enfrentarnos a otra realidad en la relación, en este caso de Magdalena y Alejandro.
Nos hace subir hasta la estratósfera ilusionados con su historia romántica- erótica, y desde ahí nos suelta sin paracaídas para darnos un golpazo y enfrentarnos a otra realidad en la relación, en este caso de Magdalena y Alejandro.
Una historia real, con personajes de carne y
hueso. Con imperfecciones y errores garrafales. Con tropiezos, y caídas… que a
veces son imposibles de solventar. Que por más amor que se respire y lata en el
pecho… no siempre es suficiente.
Mi Isla, es una historia que llega a lo más profundo del alma, y
cimbra las entrañas.
Con los típicos “guiños” que Elisabet suele hacer a sus personajes pasados de otras
historias… haciéndonos sonreír al saber que Maggie lee “Oda” de Valeria, que se recomienda un restaurante maravilloso como
“El Mar”, o un café tranquilo y
especial como “El Café de la luz”… y
hombres sin nombrar, nos hacen remitir a Hugo y Nico, por el simple hecho del
tarareo de una canción de Lana del Rey.
@BetaCoqueta es una genialidad. Cada libro es una sorpresa. Un
aprendizaje. Un enfrentamiento con la realidad, gracias a situaciones y
sentimientos profundos.
¡Siempre feliz de leerte Elisabet! Soy tu fan,
y te admiro profundamente.
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