¿Quién no desearía heredar, de una tía lejana y a quien nunca se ha visto, un maravilloso departamento en el 14 de la Rue Le Monde de la siempre bella e inigualable París?
Ésto es lo que le sucede a Clémentine de la noche a la mañana. Y desde el momento que pone un pie en ese lugar, su vida cambia para siempre al transformar su existencia y "tocar" la vida de los demás con su dulzura, su luz propia y su loable trabajo.
Teniendo como vecinos a seres extraordinarios, que comulgan con su ser y su pensar desde que cruzan la primer palabra.
Realizando un ritual de té todos los miércoles por la tarde, donde aparte de conversar con camaradería, realizan un juego fascinante, creando historias a partir del directorio telefónico.
Una historia que nos habla del amor en todas sus facetas... El amor perdido y el soñado. El amor entrañable por la familia, los amigos -los de siempre y los nuevos-. Amor por las personas de tu edad, y por los niños. El amor profundo hacia los libros, esos que al leer e interiorizar en ellos, llegan a sanar y restaurar vidas.
Con el supuesto de que dos seres destinados a encontrarse, tarde o temprano lo lograrán de una u otra manera.
Y con el marco maravilloso de esa bellísima ciudad luz: París, con su bullicio, su gente, su belleza tangible, su palpitar diario, sus luces, su lluvia, sus paraguas, sus calles, el Sena majestuoso, la magnificencia de la Torre Eiffel, y todo lo que puede llegarse a vivir en tu transitar.
Una lectura sencilla, simple, pero llena de magia, de esa que te deja el alma llena y rebozante de alegría.
Un libro que te hace terminar con una sonrisa en los labios y con el corazón contento.
Una historia llena de personajes entrañables, de momentos y situaciones especiales.
Un libro que dada su sencillez, lo hace entrañable e íntimo.
¡Feliz de haberlo leído! Se queda por siempre en mi corazón. ♥
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