miércoles, 18 de marzo de 2020

"Un cuento perfecto"... o no.


"Solo éramos dos casi desconocidos muy cómplices. Solo éramos dos amigos recientes, torpes y enganchados a la sensación de sentirse comprendidos. ¿No te ha pasado nunca? De pronto conoces a alguien y lo quieres en todos tus planes y parece increíble haber podido divertirte sin él/ella. Eso nos pasaba. Solo éramos un montón de esperanza."

Hay ocasiones que se tiene todo. Una casa como un castillo…hermoso. Dinero, un trabajo envidiable, viajes cuando se deseé, inteligencia, habilidad, belleza, poder… y al príncipe perfecto. El problema es cuando de golpe descubres que no quieres ser princesa.

Cuando una situación caótica acontece en la vida de Margot, ésta decide hacer un alto en el camino, detiene el cauce voraginoso que había estado manejando y que ella deducía que la llenaba y hacía feliz, pero que en realidad era la inercia adquirida a través de los años para creer que se sentía bien con los demás, y que era lo correcto ante sus ojos. Y es ahí donde conoce a David, un chico de 27 años, -5 menos que ella-, que conjunta tres trabajos para poder “sobrevivir”, sin una casa propia, viviendo en la casa de un amigo y habiendo terminado con una relación que él creía sería la definitiva.

Dos mundos opuestos. Dos seres diferentes. Dos miradas tristes que se reconocen en la tempestad de las soledades que los embargaba. Dos almas solitarias que necesitaban el abrazo que reconfortara sus cuerpos y almas, y los animara a aceptarse, a amarse, a verse a sí mismos como el otro los miraba.

Deciden después de unos días de reconocimiento, emprender el viaje de sus vidas, ese que los llevará a vivir intensidades que jamás habían experimentado. Dejando de lado y de a poco, las caretas, las corazas, los miedos, sus prejuicios.
Esa necesidad absurda de ser lo que los otros desean. El aparentar lo que se debe, y no lo que se quiere. Ser, finalmente, lo que se anhela, lo que se añora, con la confianza plena en uno mismo y aunque a los demás no les agrade.
Experimentando la libertad de ser y hacer, de sentir y crear, de elegir, de soñar, y de reír, de reír intensamente por el simple hecho de existir.

Dos vidas, dos almas, dos seres, dos miradas que finalmente refulgen al reconocerse en los ojos del otro.
Dos vidas que se encuentran a pesar de lo diferente de sus mundos.

Y eso es lo que representa este libro: Un viaje, una aventura, una caída sin fondo ni amortiguación, un desajuste a tus creencias más arraigadas, un temblor en la búsqueda diaria del perfeccionismo buscado. Un quitarse las máscaras ante lo que muchas veces buscamos aparentar en el diario vivir.

Una historia que cimbra, que mueve y conmueve, entre las risas, el llanto y la erupción interna que vas experimentando al leer cada línea, cada página, cada capítulo. Y te atrapa, de una manera absorbente. Y te roba la coherencia y la madurez, y por momentos desearías regresar unos años en el tiempo para haber arriesgado más, o reído más, o soñado más.

Con esa sensación maravillosa que yo llamo “Efecto @BetaCoqueta” que es la capacidad increíble que tiene Elisabet de hacernos reír a carcajada batiente en una página, y es doblar a la siguiente y tenernos llorando a lágrima viva, con la creencia absoluta que se nos va a detener el corazón en algún momento.

Y es que enamoran, sí, Margot y David enamoran con su forma de ser, con sus decisiones, acertadas o erróneas, con sus sonrisas, sus bromas, sus miedos, sus indecisiones. Y enamoran Patricia y Candela, esas hermanas de Margarita, que siempre están, que opinan, que señalan, que incluso llegan a criticar, pero que siempre comprenden y están, y apoyan, y aman.

Una historia extensa que se lee en un abrir y cerrar de ojos. Que no dejará a nadie inmune. Que tocará fibras internas, y traerá rememoraciones. Y sí, creo que todos o al menos más de uno, llorará, y sentirá un hueco en el estómago, y por momentos cerrará el libro para tomar aire y no sentir que se asfixia o que una llama interna lo quema.

Y… quisiera poder contar tanto más, o no… pero internamente le hice la promesa a Elisabet de callar, y dejar que cada uno lea y experimente, y viva, ría, sufra y llore. Cada uno merece la oportunidad de descubrir esta historia con sus ojos, sus miradas, sus sentidos, su corazón y su alma.

Para finalizar sólo diré que amo a Beta, que la admiro profundamente, y que siempre agradeceré que hace ya 6 años, Valeria cayera en mis manos. Y que todos sus libros, unos más y otros menos, pero todos, han dejado una huella en mi vida. 
Por eso, y por todo lo que falte… ¡Gracias Elisabet! ♥



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