martes, 11 de agosto de 2020

"Hanka 753"... la fortaleza de espíritu para seguir.

"Ya no era Hanka Dziubas. Hasta eso le habían quitado. Ahora era 753, apenas un número en aquel engranaje de odio y destrucción".


La invitación a un viaje vuelca la vida tranquila que Hanka llevaba en Buenos Aires...
Habían pasado años, muchos años.
Esa invitación de la ORT, una institución educativa y social judía, era para viajar junto con el alumnado a Polonia. Su sangre se congela, su vista se nubla. Ahí comenzó su vida, y ahí empezó a vivir su tormento.

La invasión nazi, el ghetto de Lodz, el desmembramiento de a poco de su gran familia, la vejación a su padre...


Hanka Dziubas era una niña de 9 años cuando la guerra estalló en Polonia.

Ni su padre, ni sus hermanos la dejaban salir de su casa. La tenían totalmente aislada, queriendo cuidar la inocencia de su infancia. Ella en ese encierro desconocía qué les hacían a los judíos. Pero llegó el momento que de esa familia de un padre, 4 hermanas y 3 hermanos... quedaban sólo 3 mujeres: Hela, Raquel y ella, Hanka.
Las cargaron en un tren de carbón, horror y muerte con camino a Auschwitz, el mismísimo infierno.
Soportaron fríos extremos, hambre total, miedo estando dormidas o despiertas. Sin mirar a los ojos a esas almas despiadadas, y escondiendo en todo momento el hecho de ser hermanas para así, tener una oportunidad efímera de vivir. 
De ahí fueron llevadas a Ravensbrück, un campo de concentración de mujeres, y más tarde las enviaron a Oranienburg.

Es impresionante la historia de tanto dolor, tanto frío, tanta hambre y tanto miedo. 
Se puede sentir en carne propia la angustia que tenían en todo momento de ser enviadas a los hornos y ahí extinguir sus vidas.

Pero me sigo maravillando del poder que tiene el ser humano para "resistir". Esa fortaleza de espíritu cuando el cuerpo ha mermado. Esa fortaleza interna que hace correr fuego por las venas para soportar esos helados inviernos, para poder tolerar ese tremendo dolor en el estómago por no tener absolutamente nada de alimento. Y sobre todo, para seguir sintiendo a Dios en el corazón cuando todo indicaba que su dios, las había abandonado. Para ser resiliente y seguir sintiendo esperanza, y llegado el momento, darse la oportunidad de seguir viviendo, de estudiar, de trabajar y de amar. 

A pesar de todo ese sufrimiento vivido, hubo un mañana para muchos... Hanka y sus hermanas entre ellos.


Por eso ella levanta la voz y cuenta su historia. Por eso no permite que se olviden de todo lo vivido durante El Holocausto, por eso desea que lo recuerden para que nunca más se vuelva a repetir.

De la Argentina actual a la Polonia del pasado, invadida por los nazis, y de la mano del escritor Alejandro Paresi, nos adentramos en la oscuridad del dolor y la muerte, y en la diafanidad de un despertar que fue la realidad de los sobrevivientes. 



¡Intenso, crudo, real, profundo, doloroso y tremendamente aleccionador! 


Hanka y Alejandro nos recuerdan que el pasado no debe olvidarse, pero se debe ser fuerte y enfrentar el presente con valentía... porque mientras haya vida, siempre habrá esperanza.

¡Qué orgulloso debe de sentirse Mordejai, allá donde se encuentre, de su pequeña Hanki!

¡Tremenda historia... la recomiendo totalmente!





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