"A su mente acudieron muchas cosas, sobre todo vacío y abandono".
"Nadie abandona a un niño en una playa. Nadie... Pero sí. A él, sí. Nadie, nunca, jamás, siempre... significan <<puede ser>>".
"Muchas veces se le dio por soñar que jugaba como un niño feliz, mientras hacía castillos de arena en un día soleado".
Confiando, creyendo, sintiendo, calculando, esperando. Abandonándose, entregándose... Confiando... Oscuridad.
A la edad de 3 años, Samir, nuestro protagonista, fue abandonado en "El Saler", una playa de Valencia. Pasan 30 años y está convertido ya en capitán de policía, su sueño desde niño. El hallazgo del cadáver de una mujer joven en esa misma playa, no pinta para nada como casualidad.
La novela va intercalando pasado y presente de manera fluída. De la misma manera que iremos brincando de Siria a España para darle sentido y voz a esa búsqueda que Samir no puede evadir. La narrativa del autor es sencilla y amena. De a poco, iremos desentrañando el gran misterio que rodea el abandono del protagonista, así como la desaparición de Anisa, su madre.
Una historia de nostalgias que evocan un pasado que siempre está presente. Que da la importancia al sentido de pertenencia y a los recuerdos. Que presenta las dualidades del ser humano: lo bueno y lo peor. Que habla de búsqueda, de ilusiones, de dolor, de miedo y decepción.
Es un libro triste, porque tristes fueron sus vidas, su pasado, su infierno.
Nos habla de la importancia de reconciliarte con el ayer, para poder vivir el presente, y al mismo tiempo, vislumbrar con esperanza el futuro.
Primera vez que leo al escritor Javier Arias, y me gustó mucho esta historia.
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