"Para mí fue el peor de los castigos. La soledad siempre me ha retraído a la tristeza de mi infancia".
"...y pensaba en esa horda de mi infancia que guerreaba contra el hambre, en esa infancia salvaje que me había curtido y que, pensaba, me había dado las fuerzas para estar allí, vivo y en pie".
"...no hay que subestimar las ganas de vivir".
Con la genialidad que la caracteriza. De forma ágil y fluída, y con la intensidad de la que es capaz, Amèlie Nothomb parte de una situación extrema vivida por su padre, y de forma brillante le otorga la voz a su progenitor para que sea, el propio Patrick Nothomb, quien narre en primera persona su ir y venir por la vida, desde que era muy pequeño, y huérfano de padre. Las experiencias infantiles con la "horda" de los Nothomb que lo curtieron, su paso como estudiante, y el despertar al amor, así como el trabajo que como diplomático lo llevo a establecerse en el Congo.
Un hombre trabajador, dedicado, con el placer por las letras, el amor a su familia, la madurez ante el conflicto y la muerte, y la inteligencia para vivir, y no morir en el intento.
Narrado de forma directa, como Amèlie nos tiene acostumbrados. Sin adornos de más, ni verborrea exagerada. Su escritura es atrapante, mágica y cautivadora.
Una novela que emociona y conmueve. Quizá la más personal que haya escrito.
Un homenaje, un clamor amoroso al padre recientemente fallecido. Donde denota una gran admiración y respeto por ese hombre que tuvo una vida increíble, y quien seguramente le heredó, no sólo el amor por las letras y su título nobiliario, sino esa personalidad tan original que la hace única.
Se lee de una sentada, y se disfruta plenamente.
¡Me gustó muchísimo!
Qué bueno que te gustó!! Lo amé!
ResponderBorrarGracias Ro, por leerme, y por haberme presentado a esta escritoria que tanto me gusta.
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