"Lo he visto antes, la muerte empieza a rondar a ese tipo de gente, y tú eres muy joven, no es un buen pronóstico. No creo que acabes bien".
"Es extraño cuando alguien mata después de muerto. Es extraño saber que el asesino jamás se enterará de que su víctima ha sido ejecutada y , aun así, lo ha dejado todo dispuesto para que un inocente pise el cepo y caiga en la trampa".
"Aprendí a alegrarme al decir en voz alta: <<Esta es mi vida ahora>>".
Con la genialidad a la que nos tiene acostumbrados, Eva García Sáenz de Urturi nos sumerge en una nueva GRAN aventura.
Narrada a dos tiempos, con una distancia de treinta años entre ambos. Con capítulos cortos intercalados entre Unai e Ítaca, y todos terminados con momentos impactantes.
Viajaremos fuera de España, donde la siempre bella Venecia nos envuelve con sus canales, sus góndolas, y una cantidad de leyendas, detalles, descripciones e historias que atrapan y sorprenden. Aunado al incendio de un palazzo donde se celebrará un encuentro de la Liga de Libreros Anticuarios. Un siniestro equiparable al acontecido hace ya 30 años. Las imágenes son tan vívidas, tan claras, que pareciera que conocemos cada rincón, cada canal, los palazzos, los mercados, y las pequeñas callejuelas que circundan la ciudad. Pero, no dejaremos de recorrer Vitoria, Álava y Laguardia.
Sorprende la investigación realizada, siempre atinada, sorpresiva, genial. Con una trama trepidante, con tantos frentes abiertos y en dos épocas distintas... y todo se conjunta con perfección, inteligencia, y la magia de la pluma de la autora.
Retomando eventos y personajes de "El libro negro de las horas", y con subtramas que se abren para comprender y cerrar el pasado de Kraken.
Incendios, investigaciones, suspenso, arte, secretos, venganza, dolor, pérdidas, muerte, y en contraparte, el amor, la amistad, protección, unidad, plenitud, felicidad, respeto y perdón.
Kraken se erige como uno de mis personajes literarios masculinos favoritos. En cada libro, en cada aventura, me gusta cada vez más. Pero el amor y la admiración que siento por Ítaca, es semejante a la que siento por su hijo.
Y, Eva, definitivamente es una de mis escritoras más admiradas y queridas.
¡Lo amé de principio a fin!
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