"¿Por qué se fue sin decir más que adiós, sin siquiera mencionar que volvería a buscarme?"
"Sus manos son como las manos de mi madre, pero hay algo más en ellas, algo que nunca antes sentí y que no sé cómo llamar. Me siento sin palabras, pero esta es una casa nueva y necesito palabras nuevas."
"Bebo seis medidas de agua y deseo que, por ahora, este lugar sin vergüenza o secretos pueda ser mi casa."
"Es una sensación difícil, pero a medida que caminamos me voy tranquilizando, dejando que las diferencias que hay entre mi vida en casa y la que tengo aquí coexistan."
"Y eso pasa cuando me rodea con sus brazos y me atrae hacía sí como si fuese su hija."
Relato corto, pero bellísimo. Lleno de sentimiento y de simplicidad.
Narrado por la voz de una niña de la cual nunca sabremos su nombre, ni su edad. Una niña acostumbrada a las carencias, de todo tipo, y al desapego de sus padres.
Ambientado en la Irlanda de los años ochenta, en el área rural.
De un momento a otro, es llevada a casa de unos parientes, mientras su madre daba a luz a su último bebé. Y es allí, en un lugar ajeno, con gente desconocida para ella, que descubre que el cariño puede ser diferente, y verdadero, que existen personas que se preocupan por uno de todo corazón, que los abrazos calman, dan paz y tranquilidad cuando lo necesitas, y cuando no, también.
Y entiende, que muchas veces los secretos deben permanecer secretos para no lastimar.
Una historia, de Claire Keegan, que se te mete al alma, que conmueve, moviliza y emociona.
Se lee rapidísimo, se adueña de tu corazón, y sí, te saca una que otra lágrima.
¡La amé!
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